Es difícil conciliar la mayor robustez relativa de las firmas vascas con su nivel de recuperación inferior a la media nacional.

Un reciente estudio del Instituto Vasco de Competitividad, de la Universidad de Deusto, nos proporciona la oportunidad de analizar la evolución financiera de la empresa vasca entre 2008 y 2016. El informe realiza un análisis interno y simultáneamente se refiere a la media de las empresas españolas como ‘benchmark’ para la comparación de resultados.

La disección de los balances empresariales de las empresas vascas evidencia una mayor autonomía y solvencia financiera. Las empresas vascas como promedio tienen un patrimonio neto superior al de las empresas del Estado y han acometido un importante proceso de desapalancamiento que las ha llevado a una importante reducción de su deuda financiera. El análisis del endeudamiento se considera desde tres perspectivas: el nivel absoluto de la deuda, la capacidad de devolución y el coste del endeudamiento.

Como ya es sabido, el tamaño empresarial juega una baza decisiva. Son las grandes empresas vascas las que mejor han capeado el temporal de la crisis, mientras que el resto sufrió un fuerte quebranto entre los años 2008-2011 para ir recuperándose después de forma progresiva. Congruentemente con lo anterior, han sido las microempresas las más afectadas por la crisis y las que más dificultades alcanzan posteriormente para superarla.

En línea con lo expresado, el tejido productivo vasco también representa un menor riesgo de contrapartida o de crédito en los mercados. Es obvio que la capacidad de las empresas para movilizar recursos financieros, siempre indispensable, está condicionada por su exposición al riesgo de incumplimiento financiero. El modelo de riesgo de crédito incluye un análisis en tres dimensiones: situación patrimonial, rentabilidad y capacidad de devolución de la deuda.

Pues bien, según baremos establecidos por el IVC, la calificación crediticia (sobre una escala de 11=calificación óptima) de la empresa vasca es de 6,87, superior a la media española (6,61), siendo Bizkaia la más débil en términos relativos y Gipuzkoa la que presenta mejores datos. Por tamaño, una vez más, el estudio revela que las grandes empresas disfrutan de una mejor calificación crediticia.

El buen posicionamiento patrimonial contrasta, no obstante, con la evolución de las cuentas de resultados (rendimiento sobre activos y rendimiento sobre patrimonio). Pese a la robustez financiera relativa de las empresas vascas, nuestras unidades productivas -grandes, medianas y microempresas- no han recuperado los umbrales de rentabilidad alcanzados antes de la crisis a diferencia de lo ocurrido en el resto del Estado, donde, como promedio, si se ha logrado dicha recuperación.

Aunque la situación financiera ha sido relativamente estable a lo largo de la crisis, la salida de la recesión ha sido menos eficiente para nuestras empresas que para la media nacional.

El informe pone de manifiesto las diversas situaciones que nuestros empresarios encaran según sectores y tamaños, aunque en general se hallan en una buena situación para afrontar el cambio de ciclo, que, afortunadamente, aún no se vaticina. Pero puede adivinarse tras las futuras actuaciones del Banco Central Europeo, la subida del precio del crudo y la incierta evolución del dólar; vientos de cola todos ellos que han sido decisivos en la recuperación de la economía española y de Euskadi.

Algunas observaciones finales. La primera, ahondar en el hecho difícilmente conciliable de que con una mayor robustez relativa el empresariado vasco no haya alcanzado un ritmo de recuperación igual al de las empresas nacionales. La segunda, destacar que los valores de riesgo de nuestras empresas, aunque ligeramente mejores que la media nacional, se posicionan en valores medios moderados, prácticamente de aprobado (6,2 sobre 10). La tercera, la necesidad de monitorizar las tendencias descritas, ya que el mismo informe advierte de cambios en la misma a partir de 2016.

La última, que a nuestro entender resulta insuficiente la selección de un ‘benchmark’ referido a la media de las empresas españolas y que no se hayan abordado comparaciones con otras regiones europeas de similares características de desarrollo y composición sectorial. El informe ya advierte de las dificultades para hacerlo. Tal vez en una próxima ocasión.

Fuente de la noticia: El Correo