La falta de fuentes propias aboca al País Vasco a abonaruna factura anual de 5.000 millones de euros.
Euskadi presenta una debilidad manifiesta. Es la segunda comunidad autónoma con mayor dependencia energética, un ‘gap’ que nos resta competitividad. Solo genera el 34,9% de la electricidad que demanda y, en consecuencia, importamos el resto, una factura de 5.000 millones de euros. En concreto, el año pasado -según datos de Red Eléctrica Española- en el País Vasco se produjeron 5.773 gigavatios hora, frente a los 16.543 que necesitó.
El Centro Económico y Social (CES) vasco alerta en su informe referido a 2017 de este enorme desfase. Los datos de esta entidad son incluso más negativos, porque reducen la generación propia al 7%.
La entidad señala que la «estructural escasez de producción propia y el incumplimiento del objetivo marcado por la Estrategia Europea 2020 de que al menos el 20% sea en base a fuentes renovables, son un grave problema para la competitividad y la sostenibilidad de la economía». Recientemente, la UE ha elevado el objetivo al 32% en 2030.
Euskadi se encuentra en el grupo de las comunitarias deficitarias, junto a Madrid (genera el 4,3% de lo que demanda) Cantabria (44,7%), Murcia (69,3%), Comunidad Valenciana (69,3%) e Islas Baleares (88,4%). En el extremo opuesto se hallan las excedentarias, con Extremadura a la cabeza (418%), un superávit que se explica, como en otras comunidades, por su escasa población y la existencia de centrales nucleares.
El problema de Euskadi se agrava porque la demanda de energía eléctrica, debido en gran parte al tirón de una industria en racha positiva, se incrementó en 2017 respecto a 2016 en un 2,1%. En el conjunto estatal, la subida fue del 1,1%. La evolución de la demanda por zonas geográficas osciló entre los máximos de Cantabria (3,9%) y el descenso en Galicia, del 0,5%.
El escenario energético vasco, por tanto, está marcado por una anemia en la producción eléctrica -acentuada tras el cierre de la térmica de Pasaia-, frente a un hambre creciente de gigavatios. A este panorama desequilibrado hay que añadir que nuestro ‘mix’ de generación resulta famélico en el uso de renovables. En concreto, según los datos de REE referidos a 2017, a estas últimas correspondió solo el 17,1% de la oferta, un porcentaje que se mantiene más o menos estable en los últimos años. La mayor parte de la energía ‘made in’ Euskadi proviene de los ciclos combinados (39%) y de la cogeneración (34,5%), gracias fundamentalmente a las plantas de Bahía de Bizkaia (puerto de Bilbao), Santurtzi (Iberdrola) y Boroa (Amorebieta).
Bizkaia, por tanto, aporta la mayor parte de la energía autóctona. Gipuzkoa, tras el desmantelamiento en 2012 de la térmica de Iberdrola, depende casi al 100% de la importación. La planta pasaitarra tenía una capacidad de 214 MW y generaba el 25% de la electricidad que consumía el territorio.
La puesta en marcha de la incineradora de Zubieta paliará en parte este problema, ya que inyectará a la red electricidad equivalente a la requerida por 40.000 hogares.
La vizcaína de Zabalgarbi genera 90 MW.
Pocos molinos de viento
Las renovables, por el contrario, apenas cuentan con instalaciones de entidad, salvo los parques eólicos de sierra Elgea y del monte Oiz. En fase de experimentación se encuentra la planta maremotriz de Mutriku. En conclusión, Euskadi carece de instalaciones potentes en el ámbito de la energía ‘verde’.
Este déficit nos aleja de los objetivos marcados por la UE, que acaba de alcanzar un acuerdo para que, como hemos señalado anteriormente, el 32% de la energía producida en Europa sea renovable, es decir, que el sol, el viento y el agua sean sus principales actores. El objetivo se sitúa en el término medio entre las pretensiones de la Eurocámara, que apostaba por un 35%, y las de la mayoría de los países, que prefería quedarse en un 27%. España se unió al grupo de los países más ambiciosos, proponiendo un 34%.
El Gobierno Vasco, consciente de estos problemas, aprobó en julio de 2016 la Estrategia Energética de Euskadi 2030. Entre sus objetivos destaca la potenciación del uso de las renovables un 126%, para alcanzar en 2030 los 966.000 tep de aprovechamiento, lo que significaría alcanzar una cuota del 21% del consumo final.
Otra línea de actuación incide en el ahorro de energía primaria, que debería alcanzar 1.250.000 tep/año entre 2016-2030, lo que equivaldría al 17% de reducción del consumo. Para lograrlo será necesario mejorar la intensidad energética un 33% en ese periodo.
El plan indica que la consecución de los objetivos planteados requerirá que los sectores implicados inviertan 4.930 milllones hasta 2030. El 45% del gasto correspondería a eficiencia energética y el 50% a renovables. El presupuesto del Gobierno Vasco para estos fines se ha establecido en 920 millones de euros. La industria vasca eólica y fotovoltaica se encuentra en posición inmejorable para suministrar a Euskadi las instalaciones precisas para cumplir el objetivo. De esta manera se lograría un doble objetivo, elevar la generación de energías sostenibles en el País Vasco y redoblar la actividad de este sector industrial.