En otoño de 21012 escribí un informe de Arcano titulado The Case for Spain recomendando invertir en España en medio de toda la tormenta.

A mi entender, ninguna casa de análisis realizaba esa recomendación entonces. Decidí escribirlo el día en el que el riesgo de quiebra de España (CDS) se situaba por encima del de Egipto de Mubarak. ¿Cómo puede ser –me dije– que una democracia liberal como España se considere peor en los mercados que una dictadura de un país emergente sin apenas clase media?

La respuesta está en la llamada psicología financiera, que mueve en ocasiones a los inversores a comportarse en masa y reflejarlo en precios absurdos como el descrito. Entonces, recuerdo, el bono soberano a 10 años español cotizaba al 7,3%, y el IBEX en la zona de 6.000.

Hace unas semanas escribí un informe titulado La desaceleración económica de España ya está aquí. Entiendo que también hemos sido una de las primeras firmas en emitir un informe en esta dirección. Ahora bien, un empresario se preguntará: “¿Sigue teniendo España unos fundamentales para invertir?» La respuesta es un rotundo sí. Este artículo lo expone con cuatro motivos. Y como los inversores racionales siguen siempre una ecuación de retorno-riesgo, sigamos esta dinámica.

Primero. Si miramos el numerador, es cierto que la economía española desacelera su crecimiento desde el 3% a una zona más cercana al 2,5%. Ahora bien, dicho crecimiento sigue siendo el mejor de los países grandes de la zona euro, zona que en su conjunto crecerá ligeramente por debajo del 2%, y que otras grandes economías occidentales (Japón, Reino Unido).

Es cierto que EE. UU. crecerá este año al 3%, pero por el estímulo fiscal pasajero que afectará artificialmente al crecimiento este año y el que viene; en 2020, casi seguro que EE. UU. crecerá por debajo de España. Por lo tanto, España, aún desacelerada, seguirá siendo la economía con el crecimiento más acelerado de las grandes naciones occidentales.

No quiero ser triunfalista. Es cierto que aún presentamos riesgos de medio plazo que hay que gestionar

Segundo. Si evaluamos el denominador riesgos, la economía española, en mi opinión, sigue mostrando un balance muy sólido. Nuestra economía es una de las pocas del mundo en las que la deuda total (privada más pública) crece a un ritmo menor que el PIB nominal, es decir, que se está desapalancando; sin embargo, la mayoría del resto de países del mundo siguen incrementando su nivel de deuda.

Hay que destacar especialmente que los hogares españoles presentan el balance más saneado de los últimos 25 años, y sobre todo si lo comparamos con otros países, como Reino Unido, Australia o Canadá. Por último, España presenta superávit de cuenta corriente por quinto año consecutivo, algo que no sucedía desde hace décadas. En otras palabras, España hoy invierte y vive de sus recursos generados, no del ahorro extranjero, lo que nos hará capear mejor que otros países futuras turbulencias financieras.

Tercero. España mantiene una posición ultracompetitiva frente a sus competidores comerciales. El coste laboral por hora trabajada de un español se sitúa en 24 dólares la hora, y la productividad, en 48, es decir, un 100% más. Un alemán cuesta 49 y produce 60, y un francés 47 y 60, respectivamente. ¿Dónde pondría usted una fábrica nueva si tuviera que elegir entre los tres países?. Por estos datos, entre otros, España exporta hoy un 35% de su PIB en bienes y servicios más que EE. UU., China, Reino Unido, Italia o Francia.

Cuarto. ¿Qué pasa con la política? Es cierto que mucho empresario se preguntará si se puede invertir en España ante la incertidumbre política. Les respondería diciendo que, a) el año en el que más creció España de la época reciente es cuando no había gobierno –estaba en funciones–, b) un gobierno débil no puede legislar, lo que no tiene que ser malo para el crecimiento económico, y c) cuando se convoquen elecciones generales todo parece indicar que saldrá un gobierno de coalición fuerte de signo centrista.

Aunque hay vientos de cola que se agotan, de los que se ha escrito en el pasado, también hay otros que vienen.Los salarios españoles pueden comenzar a subir, en línea con la inflación y la productividad, lo que nos permitirá mantener nuestra posición competitiva y a la par fomentar la demanda interna. El sector inmobiliario volverá a su peso medio histórico, lo que nos permitirá ganar otro 2% de PIB de una forma relativamente sencilla sin generar riesgos sistémicos. La financiación seguirá siendo abundante y barata, ya que el cambio de política monetaria por el BCE será muy gradual.

A saber, la eficiencia del gasto público, el déficit fiscal estructural, el sistema de pensiones, la natalidad, la estructura territorial o la reforma energética. En mi opinión, estos riesgos sí son gestionables por un gobierno fuerte que salga de futuras elecciones y que plantee, como hacen los empresarios, que parte esencial de su trabajo es gestionar riesgos, y no solo ganar elecciones.

Fuente de la noticia: www.elempresario.com