En las últimas semanas, el anuncio de cierre de fábricas por parte de varias grandes empresas multinacionales (Alcoa, Vestas, Cemex) ha generado alarma.
En base a los datos disponibles no existen motivos para pensar que se esté produciendo una “huida” de inversiones extranjeras de España, ni mucho menos. Sin embargo, como muestra el reciente informe sobre competitividad del World Economic Forum, la economía española sigue arrastrando lastres importantes en su marco de negocios, sobre todo en su marco institucional y laboral.
Según el Investment Trends Monitor de la UNCTAD, una publicación de referencia para seguir las inversiones extranjeras directas en el mundo, en el primer semestre de 2018 éstas registraron un fuerte descenso, un 41%, en relación con el mismo periodo del año anterior (aunque hay que matizar que el descenso se ha debido fundamentalmente a las repatriaciones a su país de fondos de empresas de Estados Unidos, y la consiguiente reducción en sus cifras de reinversión).
Sin embargo, en ese contexto de caída mundial de los flujos de inversiones, las cifras para España son muy positivas: las entradas de inversiones extranjeras ascendieron en este primer semestre del año a 29.800 millones de dólares, una cifra muy superior a la de todo el año 2017 (19.000 millones). España se ha situado así como el octavo mayor receptor de inversiones extranjeras del mundo.
Si nos atenemos a las estadísticas nacionales del Registro de Inversiones, éstas muestran un crecimiento del 1,2% en el primer semestre del año en relación con 2017 –aunque con un fuerte descenso, de un 21%, en el segundo trimestre–, como se recoge en el reciente análisisde la consultora especializada en inversiones extranjeras SIfdi.
Los datos, pues, no parecen justificar la alarma por un supuesto abandono de la economía española por las empresas extranjeras.
Hay que tener en cuenta que las multinacionales que están llevando a cabo los cierres pertenecen en su mayor parte al sector industrial, el que más dificultades tiene para adaptarse a los cambios tecnológicos y productivos. Además, se trata de instalaciones productivas que dependían en buena parte de las ayudas públicas para su sostenibilidad.
Los persistentes problemas de competitividad
Dicho lo anterior, el recientemente publicado Global Competitiveness Report 2018 del World Economic Forum recuerda las tareas que tiene pendientes la economía española, en las que no se aprecian signos de mejora. Este estudio es probablemente el más importante de los que se realizan a nivel internacional sobre competitividad. Colaboran en su elaboración una serie de instituciones de todo el mundo. En el caso de España es el International Center for Competitiveness de IESE Business School.
España se sitúa en el puesto 26 del ranking mundial de competitividad, perdiendo un puesto en relación con la anterior edición.
Hay una serie de aspectos en los que España sigue obteniendo una valoración muy deficiente (en la figura 2 hemos recogido algunos de ellos). España obtiene en líneas generales malas valoraciones en indicadores relacionados con el marco institucional. Así, en “eficiencia del sistema legal para el arreglo de disputas” se sitúa en el puesto 80 entre los 140 países considerados en el estudio.
En “orientación futura del gobierno” –que valora en qué medida el gobierno asegura una política estable, si el gobierno responde con efectividad a los cambios, hasta qué punto el gobierno tiene una visión a largo plazo–, España se coloca en el puesto 89. En el indicador sobre el efecto distorsionador sobre la competencia de impuestos y subsidios, España está en el puesto 106.
Figura 2. Ranking de España en algunos indicadores de competitividad
Indicador | Posición en el ranking mundial (140 países) |
---|---|
Independencia judicial | 59 |
Peso de las regulaciones gubernamentales | 120 |
Eficiencia del sistema legal para el arreglo de disputas | 80 |
Orientación futura del gobierno | 89 |
Efecto distorsionador sobre la competencia de impuestos y subsidios | 106 |
Complejidad de los aranceles | 112 |
Costes de despido | 77 |
Prácticas de contratación y despido de trabajadores | 126 |
Cooperación en relaciones empleadores-trabajadores | 88 |
Flexibilidad en la determinación de salarios | 76 |
Tiempo necesario para poner en marcha un negocio | 81 |
No obstante, y teniendo en cuenta que desde hace cuatro años la política española ha cambiado mucho, hemos realizado también una simulación con los resultados de las elecciones generales de 2016.
Las valoraciones son también negativas en lo que se refiere al mercado de trabajo. En “prácticas de contratación y despido de trabajadores”, España se sitúa en el puesto 126. En “cooperación en relaciones empleadores-trabajadores”, en el 88.
Estas valoraciones negativas se vienen manteniendo desde hace años.
En conclusión, no existen en principio motivos para pensar que España está perdiendo su atractivo para la inversión extranjera. Pero no deja de ser algo desesperanzador el lento, o nulo, avance para corregir algunos de los problemas más serios de competitividad de la economía española.