Más de 70 satélites y vehículos espaciales llevan tecnología vasca.
El espacio no sólo es cosa de la Nasa o de la agencia rusa Roskosmos o de la europea ESA, también es cosa de Euskadi, de empresas vascas punteras que poco a poco han ido tomando posiciones en uno de los sectores más exigentes en materia de investigación, de tecnología y fiabilidad porque allá en el espacio, no olvidemos, las condiciones son extremas y nada puede fallar. Tras complicados nombres de programas espaciales una forma de traducir el peso vasco en el espacio es destacar que en estos momentos hay más de 70 satélites o vehículos espaciales que llevan piezas diseñadas y desarrolladas por Sener y que todos ellos han funcionado correctamente.
Sener es el mascarón de proa -con 52 años de experiencia a sus espaldas- del sector espacial vasco, pero no la única firma que viaja hacia el exterior del planeta. Los últimos datos oficiales disponibles, correspondientes al ejercicio 2017 de la asociación Cluster de Aeronáutica y Espacio del País Vasco (Hegan) elevan a más de una veintena las empresas y centros tecnológicos vascos los que están desarrollando nada menos que 77 proyectos con utilidad espacial.
La traslación en cifras sitúa el volumen de negocio de la incipiente o embrionaria industria espacial vasca en algo más de 60 millones de euros anuales, cifra en sí no muy elevada, pero si se compara con los 18,4 millones de hace diez años, supone triplicar el negocio y duplicar el número de empresas que operan de alguna forma en el sector espacial.
A pesar de esta evolución ascendente hay que reconocer que la industria espacial vasca es aún pequeña, en términos comparativos con el conjunto de España, representa alrededor del 7% del sector en facturación.
A pesar de ello, la huella vasca está impresa en proyectos como Rosetta, sonda espacial que en los años 2014 y 2015 orbitó alrededor del cometa 67/Churiomov-Guerasimenko y envió a su superficie el módulo de aterrizaje Philae para tomar muestras. O en Galileo, un sistema europeo de navegación y localización que en un futuro no muy lejano permitirá la independencia de Europa respecto a los sistemas americano (GPS) y ruso (Glonass), en el que participan entre otros Sener y Tecnalia. También en Copernicus, programa europeo de observación de la Tierra liderado por la Comisión Europea en colaboración con la ESA, en que Sener logró su participación en varios de los satélites Sentinel.
Más reciente, el gran grupo de ingenería vasco también ha tenido una destacada participación en el proyecto BepiColombo, la misión a Mercurio de la Agencia Espacial Europea (ESA) en colaboración con la agencia nipona Jaxa, que en otoño pasado fue lanzado a bordo del Ariane 5.
De cara al futuro Sener se acaba de adjudicar cinco contratos para la fase de desarrollo de una futura plataforma espacial en la órbita lunar, en el marco del proyecto Gateway, llamada a convertirse en la próxima estación espacial.
En ese futuro hay muchas más empresas vascas, que toman el testigo como proveedoras y otras como generadoras de conocimiento propio.
De la chapa al espacio
Los nuevos actores espaciales vascos están muy relacionados con la propia industria de transformación del metal, que primero dieron un salto hacia al sector de automoción, para después avanzar hacia los nuevos materiales, al sector eólico y al aeronáutico y ahora pone alguna de sus miras en las estrellas. Porque si de algo sabe la industria vasca es de tratamiento de superficies, nuevos materiales y aleaciones, mecanizado de precisión, de electrónica, etc.
Se podría decir que este ha sido el camino seguido por firmas como la cooperativa Matrici, empezó como proveedor en el segmento de electrodomésticos, para después convertirse en proveedor de alto nivel y con tecnología propia en automoción. En 2012 esta cooperativa fija como una vía de diversificación tecnológica la espacial (sumándose al cluster Hegan) y capta sus primeros contratos, entre ellos el suministro herramientas para piezas de fibras de carbono y metálicas para Airbus.
Otro proceso de diversificación productiva es el caso de WEC, especializada en la fabricación de componentes para motores de avión, firma integrada en el actual grupo Velatia, cuyo germen hay que buscarlo en el grupo Ormazabal que hace más de cincuenta años dio sus primeros pasos con una pequeña fábrica de armarios metálicos para interruptores eléctricos en Lemoa (Bizkaia). Así, entre los contratos espaciales de WEC se encuentra el suministro de partes mecánicas para el motor del cohete para el lanzamiento de satélites Ariane 5.
Además en el País Vasco existe un nutrido entramado de centros tecnológicos que trabajan en el área espacial como el Centro de Tecnologías Aeronáuticas (CTA), Tecnalia, la red IK4 y Cidetec, a los que hay que sumar las propias unidades de I+D de las empresas y una universidad activa en investigaciones aeronáuticas y espaciales. En este contexto también van surgiendo nuevos proyectos (lo que se llama ahora ‘spin off’ y ‘startups’ de base tecnológica) que cristalizan nuevas empresas.
El más reciente es la firma Satlantis, especializada en cámaras o microtelescopios para la observación terrestre que está creciendo muy rápido y en septiembre colocará en el espacio el primero de sus equipos.
En datos
60,6 millones de euros facturaron en conjunto los socios del cluster aeronáutico vasco Hegan por sus trabajos específicos para el sector espacial en 2017, último año con el balance cerrado. Esa cifra fue un 10% menor a los 67,4 millones facturados en 2016. No obstante, en los últimos diez años ha crecido más de un 300%.
21 empresas de Euskadi y Navarra y dos centros de investigación tecnológica (Tecnalia y Cidetec), todas asociadas a Hegan, han realizado trabajos para el sector espacial. En Bizkaia: Ayesa, DYFA, Hauck Heat, Industrias metalúrgicas Galindo, ITP, Matrici, Novalti, Satlantis, Sener y Wec. En Álava: Altran, Aratz, CTA, Metaltrec y Nuter. En Gipuzkoa: Aibe, Grupo TTT y TM Tellería. Y en Navarra: Microlan, Orbital Critical Systems y Renishaw.
Ingeniería, componentes y telecomunicaciones. Entre los diversos trabajos que las empresas vascas llevan a cabo para el sector espacial destacan los de ingeniería, la fabricación de ciertos componentes específicos y la dotación de sistemas de telecomunicaciones e instrumentos ópticos. También se efctuan desarrollos de materiales, tratamientos de superficies para su protección y certificaciones, test y ensayos de componentes.
Los clientes y las misiones espaciales. El principal cliente del sector espacial vasco es la Agencia Espacial Europea (ESA) aunque también se ha trabajado para la NASA estadounidense e incluso para la rusa Roscosmos. Además, Satlantis colocará su primera óptica en el espacio con la agencia espacial japonesa JAXA. Entre las misiones espaciales para las que han trabajado empresas vascas destacan la sonda Rosetta, el sistema europeo de navegación Galileo y los satélites Meteosat y Sentinel.
El Nuevo Espacio
Todo esto parte desde la óptica de la transformación de la oferta tecnológica e industrial vasca, pero desde el lado de la demanda, desde quienes contratan, el espacio también afrontan su propia transformación, la revolución del llamado ‘new space’, del nuevo espacio.
Se han acabado los tiempos de que por encima de la atmósfera terrestre sólo operaban las grandes agencias estatales de las potencias mundiales explorando el universo o los conglomerados empresariales para poner en órbita grandes satélites de usos variados (exploración, funciones militares o servicios de telecomunicaciones, meteorológicos, etc.). Ahora llega una nueva generación de empresas tecnológicas que mira al cielo como plataforma para dar servicios a un planeta globalizado y se van lanzando constelaciones de satélites de pequeño tamaño y que exigen menores desembolsos económicos.
Mientras que antes se lanzaban al año entre 25 o 28 grandes satélites, en 2017 sólo se contabilizaron 4. Por contra, en el segmento de los satélites de pequeño formato en 2017 se pusieron en órbita 310 unidades de 50 kilogramos, el triple que el año anterior. Todo esto lleva a que se abren las puertas a la industrialización, a la ‘producción en serie’ para la capas superiores de la atmósfera. En base a este cambio de paradigma aquí se puede abrir, según diversos expertos, un nuevo nicho de negocio para la industria manufacturera y la ingeniería vasca.
Juan Tomás Hernani – Satlantis«El contrato con la agencia espacial japonesa Jaxa es un paso de gigante»
La compañía vasca Satlantis, promovida a raíz de las investigaciones del astrofísico Rafael Guzmán, junto con un grupo de inversores entre los que figura la ex ministra Cristina Garmendia, además de firmas como Idom, Telefónica, Everis, el grupo Orza y respaldada por los fondos el Gobierno vasco y la Diputación de Bizkaia, tiene como objetivo hacerse un hueco en las constelaciones de satélites. Su producto estrella es una cámara de alta tecnología, para uso espacial, que sólo pesa 15 kilos, pero que proporciona cinco veces más resolución que los equipos convencionales hasta el momento.
Tras la fase de proyecto y tras inaugurar su nueva sede en el Parque Científico de la Universidad del País Vasco, su consejero delegado, Juan Tomás Hernani, destaca la relevancia del acuerdo que acaban de suscribir con la agencia espacial japonesa Jaxa, por el cual en septiembre lanzarán su cámara al espacio. «Hemos dado un paso de gigante con este contrato. Es la primera vez que la agencia Jaxa acepta tecnología no japonesa. Satlantis es la primera tecnología de cámaras que entra en la Estación Espacial Internacional en el segmento japonés».
Ana Villate – Cluster Hegan «Nuestra industria de espacio aún es incipiente pero hay capacidades»
La directora general de la Asociación Cluster de Aeronáutica y Espacio del País Vasco (Hegan), Ana Villate, explica que «a día de hoy el segmento aeronáutico aún es incipiente en el panorama industrial vasco, ya que su peso sobre el volumen de negocio del conjunto del cluster ronda sólo entre el 2% y el 3%», lo que supone alrededor de 60 millones. Pero son precisamente los datos del propio cluster los que evidencia que mientras hace diez años sólo había una decena de empresas que tenían alguna actividad o proyecto para el sector espacial, ahora la cifra supera la veintena.
Villate constata en el contexto de la industria espacial tradicional -de proyectos de grandes presupuestos promovidos por agencias espaciales- era muy difícil acceder a la cadena de producción, pero lo que contar con una empresa tractora como Sener ha sido muy importante para que otras empresas vascas se hayan acercado al espacio.
A su juicio, la transformación del sector hacia el ‘nuevo espacio’ abre nuevas posibilidades a las empresas que ya tienen experiencia en aeronáutica y en actividades de alta precisión.
Juan Ruiz de Gopegui – Sener «Hemos suministrado más de 300 equipos y ninguno ha fallado»
El grupo Sener se lanzó al espacio hace 52 años, aunque lo más correcto es indicar que lo que hizo fue sostener el lanzamiento de cohetes al espacio, al encargarse del diseño y construcción de la torre para ESRO (antigua Agencia Espacial Europea, ESA) en Kiruna (Suecia). Desde entonces según recalca Juan Ruiz de Gopegui, jefe de Sección de Estructuras y Mecanismos de Sener «hemos suministrado más de 300 equipos de vuelo para más de 70 satélites o vehículos diferentes y el 100%, ha funcionado correctamente en vuelo. La estación espacial Internacional (ISS) lleva bastantes equipos nuestros».
En junio pasado el grupo Sener dio un nuevo salto en la carrera espacial esta vez en dimensión, al adquirir el grupo Tryo Aerospace (que a su vez surge de la fusión de Mier Comunicaciones y Rymsa) lo que le permite a la división Aeroespacial de Sener contar con un equipo global de 700 trabajadores y un volumen de negocio de 120 millones.
Para Ruiz de Gopegui las nuevas tendencias industriales espaciales abren «nuevas posibilidades para la industria vasca que siempre ha apostado por la innovación y la tecnologíam».
Fuente de la noticia: www.elcorreo.com