España necesita un plan: reforzar el músculo industrial.

Cuando hablamos de fortalecer nuestra economía y esculpir un modelo de país moderno y envidiable, es evidente que necesitamos ganar músculo. Y la verdadera masa muscular de las economías reside en la industria. Europa acometió en su día un proceso de descentralización de operaciones hacia los países emergentes, lo que se tradujo en una progresiva desindustrialización.

En España, esa tendencia se agudizó con la crisis. Según datos del INE, nuestro sector industrial decreció en el último medio siglo del 30% (1970) al 18% del PIB -el 14,2% si descontamos el sector energético- y se han perdido 857.000 empleos desde los máximos pre-crisis. Sólo agricultura y servicios se han recuperado de la crisis en términos de Valor Agregado Bruto, y en la actualidad nuestro sector industrial está todavía aproximadamente 13 puntos por debajo de los valores anteriores a la crisis.

Hoy, con los profundos cambios que se derivan de la transformación digital, asistimos a un renacimiento de la industria europea. Que debería producirse también en nuestro país. Pero en nuestras manos está no dejar pasar la oportunidad.

La industria es, por excelencia, el sector más activo en innovación y el más estable ante los ciclos económicos. Por lo tanto, el que dota de cimientos más sólidos a las economías. En España, las empresas industriales invierten en torno al 2% de su valor añadido bruto en I+D, frente al 0,2% que destinan sectores como la agricultura o la construcción.

Es, además, el que genera empleo de mayor calidad y estable a largo plazo, con una retribución media de los empleados un 16% superior a la media de la economía, y casi el 80% de sus contratos son indefinidos. Alcanzar el 20% del PIB, como nos marca la UE para el 2020, se traduciría en la generación de alrededor de un millón de empleos directos e indirectos, la mayoría de alta calificación.

Pero para subir este escalón y no agotarnos, necesitamos entrenar y nutrir nuestro músculo industrial. El primer ejercicio sería potenciar nuestro gasto en I+D+i. Un informe del IESE, publicado este año en colaboración con la Fundación I+E, nos recomienda incrementar dicha inversión por encima del 2% del PIB y que la privada represente más de dos tercios del total, en sintonía con los países más avanzados.

La financiación debe esforzarse en priorizar la ciencia aplicada al mercado y al desarrollo de nuevos productos y procesos más eficientes e innovadores. Ello nos permitiría aprovechar el impulso de la transformación digital, y que las nuevas fábricas agilicen sus procesos para desarrollar productos más personalizados en menor tiempo, respondiendo mejor y más rápido a las demandas del mercado.

Necesitamos, asimismo, ganar volumen. Esto es, promover medidas que estimulen el aumento de tamaño de nuestras empresas industriales, a fin de que sean más competitivas y dispongan de más capacidad para innovar. Sólo el 15% de las nuestras tienen más de 10 empleados, frente al 38% de las alemanas, y se estima que, si su tamaño medio se acercara al de este país o Reino Unido, nuestro PIB sería un 15% mayor, se crearían 12.000 nuevas empresas y se generarían 400.000 empleos.

Ganar músculo implica también perder grasa. Uno de los factores en los que incide el citado informe del IESE es la excesiva regulación. Las severas restricciones, los tiempos dilatados, el solapamiento de normas y, en definitiva, la inseguridad jurídica generada por la sobrerregulación y la modificación constante de las normativas, actúan como elemento disuasorio para muchas empresas que aspiran a innovar y crecer. Asimismo, el desarrollo y aplicación de la ley de unidad de mercado es un ejercicio necesario para aligerar peso superfluo.

Y si un sector industrial fuerte va a generar más empleo y más cualificado, las empresas necesitarán captar a esos profesionales. Diferentes estudios nos avisan de que la digitalización va a crear en España, en los próximos cinco años, más de un millón de empleos de índole tecnológica, o que el 65% de los estudiantes de Primaria trabajarán en profesiones que hoy no existen.

Necesitamos, por lo tanto, un sistema educativo que aliente el futuro de esos jóvenes y cubra la imperiosa necesidad que ya tienen las empresas. Teniendo en cuenta que, en 2020, se estima que dos de cada tres puestos de trabajo van a requerir esta formación en materias STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), es necesario potenciar la formación práctica, invertir en laboratorios para las universidades, así como prestigiar el currículo de investigador y docente relacionado con la innovación. Por lo demás, necesitamos en España un verdadero plan que fomente la FP dual.

Es evidente que todos estos ejercicios de musculación de nuestro tejido industrial precisan de una sólida determinación, y que no bastará el acto voluntarista de apuntarnos al gimnasio. Necesitamos un pacto por la industria que aglutine el compromiso de todos los grupos políticos, pero además con la participación de todas las entidades competentes del ámbito social y económico. Que contemple las citadas políticas, así como los incentivos a la eficiencia empresarial o el fomento de la digitalización, con agendas nacionales a largo plazo.

Por nuestra parte, las multinacionales que llevamos tiempo en España tenemos bastante que aportar. Además de ser responsables del 35% de la inversión privada en I+D+i que se realiza en nuestro país, mantenemos centros de fabricación, innovación y excelencia a nivel mundial que fomentan el efecto arrastre en el territorio, generamos empleo de calidad y facilitamos la conexión con las redes mundiales de I+D. Como embajadores de España ante nuestras corporaciones, nuestro compromiso con la industrialización es decidido y no tiene vuelta de hoja.

En definitiva, con una masa muscular adecuada, que pasa por una visión estratégica para la industria, estaremos más preparados para afrontar y sacar partido de los apasionantes cambios a los que las economías y el mundo van a asistir. Si somos capaces de hacerla fuerte y dinámica, la industria puede ayudar a modelar el proyecto de país que todos queremos.

Como advierten los médicos nutricionistas, 1 kg de músculo pesa lo mismo que 1 kg de grasa, pero es más pequeño, más ágil y más estético. ¡Trabajemos para que España consiga un cuerpo diez!

Antonio Moreno es presidente de Alstom España y vicepresidente de la Fundación I+E.

Fuente de la noticia: www.elmundo.es