La confianza en la economía española no regresará si no construimos una política industrial estratégica. Es el mensaje del catedrático Roberto Velasco en Salvad la industria española.

La industria se ha convertido en el hermano pobre de la economía. Hace tiempo, ya. Es más. A muchos economistas no les ha interesado nunca demasiado, concentrados en el comercio y las finanzas. El balance de la crisis es duro de digerir. El peso de la industria en el producto interior bruto (PIB) cayó nada menos que un 30% entre 2008 y 2012, frente a una media europea del 12%. El sector apenas emplea a 2,3 millones de personas, 1,2 millones menos que al inicio de la vuelta de la democracia. Sin embargo, son los países industrializados los que han sobrellevado mejor el batacazo económico de este último lustro. En los 10 Estados más competitivos del mundo, como Alemania, el sector industrial supera el 20% de su PIB. En el caso de España, el valor añadido bruto industrial era en 2012, excluida la energía, del 13,3%., por debajo de la media de la UE.

Como sugiere su propio título, el libro Salvad la industria española no se sienta a llorar por el protagonismo perdido —en favor de una economía de los servicios— por el sector que, sin embargo, concentra el grueso de la actividad de Investigación, Desarrollo e innovación (I+D+i), tiene un mayor efecto multiplicador en el empleo, logra las ventajas de una economía diversificada y blinda el incremento de servicios de alto valor añadido a las empresas. El profesor Roberto Velasco narra cómo España se industrializó tarde y deshizo el camino “silenciosamente” en la primera década del siglo XXI, pero inmediatamente después propone medidas para que las actividades de investigación y desarrollo de servicios avanzados a empresas regresen al primer plano, junto al olvidado cambio de modelo productivo que se quedó anclado en el boom (y pinchazo posterior) de la construcción y el turismo de masas. Las medidas sugeridas abarcan el sistema educativo, para el que se pide un gran pacto entre los partidos políticos en todas las administraciones con competencias educativas. También aluden a unas relaciones laborales que permitan ajustar la empresa a las necesidades de la coyuntura. O al reto de ganar tamaño porque los costes de los proyectos de I+D y el acceso a la financiación en un contexto global pueden asumirse mejor con elevados ingresos. Reducir el coste financiero que soportan las pymes españolas respecto de las alemanas y las francesas y afrontar los elevados costes energéticos son desafíos igualmente críticos. 

Fuente de la noticia: www.alternativaseconomicas.coop