La ciudad vasca aspira a convertirse en un polo de atracción de investigadores y ‘start-ups’, así como recuperar su peso en el sector financiero

Bilbao envejece y pierde población. En 1981 alcanzó su máximo (433.000 habitantes) y, pese a que en 2018 se apuntase un aumento de 711 personas, por primera vez en los últimos diez años, su censo es de casi 346.000 habitantes. Las autoridades vascas se han propuesto revertir esa situación y, al mismo tiempo, generar riqueza. Hace unos días se presentaba en el Museo Guggenheim el primer índice de prosperidad inclusiva del mundo (PICSA) con el que el ayuntamiento regido por Juan Mari Aburto y la Diputación Foral de Vizcaya pretenden dar un nuevo paso en su apertura internacional, sostiene Sergio Murillo, diputado de Acción Social, “porque la atracción de talento depende de nuestra apertura al mundo”.

Ambas administraciones han invertido 175.000 euros en el desarrollo de este indicador elaborado por la escuela de negocios Insead que compara a 113 ciudades de las que existen datos homogéneos, explica Antonio García Zaballos, miembro del jurado del premio a las urbes más igualitarias que lleva aparejado PICSA; muchos de cuyos alcaldes, entre ellos el de Singapur, el de Munich o el de Kigali, acudieron al evento invitados por ambas instituciones, igual que un grupo de medios de comunicación entre los que se encontraba EL PAÍS.

Si el museo Guggenheim fue la pieza arquitectónica que puso a Bilbao en el mapa mundial, según Asier Abaunza, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento; ahora las administraciones vascas quieren conseguir que se hable de la capital y de su área metropolitana como polo de innovación y emprendimiento. “Nos falta rejuvenecer la ciudad después de su reconversión”, asegura Murillo, tras el colapso de su industria y la inundación de 1983, que fueron los acicates para buscar un nuevo modelo económico basado en los servicios, indica Abaunza. “Éramos feos, pero también ricos” para poder abordar una transformación radical de la urbe, continúa; que ahora prosigue en la isla de Zorrozaurre, proyectada por la fallecida arquitecta Zaha Hadid, donde se están levantando algunos de los edificios que pretenden convertir a la ciudad en un polo de start-up y emprendedores. En un centro de innovación que atraiga cerebros brillantes de otros lugares y también vascos que emigraron con la crisis.

Programas

Unas 120 personas al año han venido a trabajar a Vizcaya desde que se pusieron en marcha los programas de atracción de talento y empresas Biscay Startup Bay y Be Basque Talent Network o la agencia Bizcaia Talent, tras la llegada del nuevo equipo de gobierno en 2015, explica Asier Alea, director de proyectos estratégicos de la Diputación de Vizcaya. Mediante ellos se ha creado una red de embajadas-incubadoras en Estados Unidos, Israel y Finlandia, donde anualmente se forman unos 50 emprendedores vascos; además un nodo digital de conexión de 13.200 profesionales de más de 100 países y 410 compañías vascas. Ahora está a punto de lanzarse la obra de Torre Bizkaia, en la antigua sede de BBVA, que se va a convertir en el Centro Internacional de Emprendimiento gestionado por un operador con una red internacional detrás. Su presupuesto es de dos millones de euros.

Bilbao busca jóvenes ya formados y parejas con carreras desarrolladas de entre 35 y 45 años, a los que la calidad de vida que proporciona la 20ª ciudad más próspera e inclusiva del mundo, según dice el índice PICSA, les suponga un aliciente. No solo se trata de talento STEM, dice Alea, pero sí especialmente enfocado en energía y movilidad, las áreas en las que este territorio planea basar su desarrollo económico. A esta estrategia de reposicionamiento de Bilbao en el mundo, como la denomina Alea, se han destinado inversiones superiores a 10 millones de euros. Sin olvidar los incentivos fiscales que se ofrecen a start-up y profesionales de alta capacitación.

Aunque no son las únicas. El Gobierno vasco tiene un programa de atracción de investigadores sufragado en gran parte por fondos europeos, Ikerbasque, que permite a centros tecnológicos como AZTI contratar a personal científico internacional para desarrollar sus innovaciones, señala Adolfo Uriarte, responsable de esta fundación especializada en la cadena de valor del mar y la alimentación. Sufraga el 60% del coste del profesional, agrega Uriarte, en cuyo centro también se incuban start-up de base tecnológica que han permitido generar 124 puestos de trabajo.

Quizás por el hecho de respirar este ambiente emprendedor una joven de 21 años como Ainhoa Ortiz se haya decantado por retarse y cursar el grado de Liderazgo, Emprendimiento e Innovación (LEINN) de la Universidad de Mondragón, en cuyo edificio no solo se estudia sino que se ha creado un ecosistema donde operan start-ups (Costeporclic, Kimet Sport, TZBZ, Kubu, Demium, Ulma, Tazebaez…), se incuban y aceleran empresas y acaba de estrenarse un área fintech con integrantes de 15 nacionalidades distintas para devolver a Bilbao la importancia que tuvo en el sector financiero a través de la atracción de firmas tecnológicas internacionales especializadas en blockchain y finanzas descentralizadas, explica Maitane Martín, team coach de la universidad.

Un caladero en el que Ainhoa y sus compañeros de grado han creado una marca de moda urbana sostenible llamada Corion, que va a lanzar un crowdfunding para conseguir 7.500 euros con los que producir las bomber y camisetas que usan para expresarse, compartir las preocupaciones de los jóvenes y buscar soluciones, dice. Todo sea por emprender.

 

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