El director de Estudios Internacionales de Seguridad del reputado Royal United Services Institute analiza para El Confidencial los retos geopolíticos de un escenario sin precedentes en la historia reciente

El Covid-19 ha entrado cual apisonadora, planteando el mayor desafío para la civilización humana en tiempos de paz. La pandemia amenaza ahora con frenar la globalización e incrementar el nacionalismo, un fantasma que ya había puesto previamente en jaque a la UE, la misma que en las fases iniciales cerró las fronteras y mostró una preocupante ausencia de estrategia común. La falta de liderazgo internacional de Washington ha alimentado el declive del multilateralismo. Y China —que vende el mensaje de estar proporcionando asistencia a otros países cuando, en realidad, está cobrando por sus test (en ocasiones defectuosos)— puede acabar perdiendo su papel de gran proveedor. El mundo está cambiando. Y a una velocidad vertiginosa. Neil Melvin, director de Estudios Internacionales de Seguridad del reputado Royal United Services Institute —el ‘think tank’ sobre defensa y seguridad más antiguo del mundo— analiza para El Confidencial los retos geopolíticos de un escenario sin precedentes en la historia reciente.

PREGUNTA. Los Gobiernos a ambos lados del Atlántico señalan que estamos en «guerra contra un asesino silencioso». Los analistas recalcan que la pandemia es el mayor reto global en tiempos de paz. Es cierto que no hay enfrentamiento entre países, pero al mismo tiempo tampoco hay especial solidaridad porque lo único que trata cada Estado es de sobrevivir. ¿Se puede comparar esto a un escenario bélico capaz de cambiar las reglas de la geopolítica?

RESPUESTA. La escala del desafío para los Gobiernos, sociedades y economía es ciertamente comparable a un conflicto internacional importante, pero también es claramente diferente al de una guerra. Es poco probable que lleguemos a la misma escala de víctimas que las de la guerras mundiales del siglo XX y, aunque la pandemia se ha caracterizado por una débil competencia internacional, los países no son activamente hostiles entre sí. En este sentido, también estamos muy lejos de los niveles de movilización económica y social que han tenido lugar en las grandes guerras. Por lo tanto, no creo que la metáfora sea muy precisa. Aunque, por supuesto, los políticos han empleado este término para subrayar la gravedad de la situación. Una mejor comparación sería con los desastres naturales que hemos visto (terremotos, tsunamis), excepto que esto es a nivel mundial.

P. ¿Esta pandemia va a cambiar el escenario geopolítico o solo va a acelerar las tendencias ya existentes?

R. Es probable que el mayor impacto geopolítico de la crisis sea la aceleración de algunas de las tendencias clave que ya eran evidentes antes de la pandemia. Crucialmente, esto significa el relativo declive de los Estados Unidos. Como hemos visto en esta crisis, ha habido una falta de liderazgo internacional de Washington, que en el pasado había sido el catalizador de una cooperación más amplia. Esta ausencia ha alimentado una segunda tendencia, el declive del multilateralismo. Las Naciones Unidas han sido completamente marginales a la crisis. En Europa, la Unión Europea no ha respondido a la crisis de manera colectiva. Cada país ha seguido su propia agenda. China ha tratado de asumir un papel de liderazgo en ausencia de los Estados Unidos y los grupos multilaterales, pero ha sido ineficaz e incluso ha habido una reacción violenta contra Beijing por su manejo de la crisis. Por lo tanto, otra tendencia que se ha fortalecido ahora es la deriva hacia un mundo sin liderazgo.

China ha tratado de asumir un liderazgo en ausencia de EEUU, pero ha sido ineficaz e incluso ha habido una reacción violenta contra Beijing

P. ¿La pandemia amenazará la globalización e impulsará, aún más, el populismo y nacionalismo?

R. Antes de la pandemia, había una creciente desconfianza hacia China. Como resultado de la pandemia, ahora hay una comprensión de las vulnerabilidades de muchas sociedades debido a su dependencia de China como proveedor, especialmente de artículos médicos. A medida que salgamos de la crisis, habrá cada vez más llamadas para ‘desacoplarse’ de China, es decir, una reversión de las últimas dos décadas de globalización. Además, es probable que muchos países adopten una línea más sólida para garantizar que las economías nacionales puedan proporcionar lo que se necesita sin depender de proveedores extranjeros. Por lo tanto, habrá un enfoque nacional mucho más fuerte en general, lo que puede reforzar los movimientos nacionalistas y debilitar aún más el multilateralismo.

P. Esto va a suponer un jaque a la UE, que ya estaba amenaza por los movimientos populistas. Su respuesta inicial de cierre de fronteras y ausencia de estrategia fue bastante polémica. ¿Cuál serán las consecuencias de la pandemia para el bloque?

R: Europa se ha fragmentado en enfoques nacionales y las fronteras se han cerrado. Ahora hay esfuerzos para tener una respuesta común, ya que todos entienden que el futuro de la UE está en juego. Pero con toda probabilidad, será débil, lo suficiente como para señalar que hubo una respuesta europea, pero no mucho más. La UE saldrá de la crisis herida, posiblemente de manera crítica, con una posición cada vez más marginal respecto al futuro de Europa.

P. ¿Los eurobonos van a dividir ahora a la UE en dos partes?

R. El foco actual de la disputa está en el tema de los eurobonos, pero el problema real es la falta de confianza entre los países del norte y del sur y los diferentes enfoques sobre cómo debe abordarse la crisis. Los países del sur, los más afectados, consideran que se trata de una crisis humanitaria que requiere solidaridad y una asistencia económica (no préstamos). Por su parte, el norte cree que el fracaso de la gestión económica acentúa la crisis sanitaria ante el Covid-19, por lo que considera que compartir el riesgo simplemente alentará una mayor mala gestión económica que deberán pagar. Estas son divisiones profundas que se remontan a la crisis financiera de 2008, o quizás antes, que la pandemia está magnificando. La crisis podría poner a la UE en el camino de la fragmentación.

P. ¿Qué pasa con el Brexit? El Reino Unido abandonó la UE oficialmente el 31 de enero, pero hasta diciembre sigue a efectos prácticos en el mercado único y la unión aduanera mientras se negocian las futuras relaciones con el bloque hasta diciembre. A principios de año, Boris Johnson señaló que no habría ampliación de plazos. Pero debido a las circunstancias parece que no queda ahora otra opción que extender el periodo de transición.

R: Lógicamente, tendría sentido extender el período de transición hasta 2021. También es posible llegar a un acuerdo con relativa rapidez. Dada la desesperada situación económica que es probable que exista en la UE y el Reino Unido como resultado de la pandemia, puede haber una mayor disposición entre ambas partes a comprometerse y evitar más dolor económico.

P. Pandemia, Brexit… y todo ello con gran vacío de poder al tener al premier Boris Johnson en el hospital. ¿Cómo saldrá de todo esto el Reino Unido?

R. El Reino Unido se enfrenta a una combinación extraordinaria de desafíos simultáneamente. La crisis de Covid-19, el Brexit y los grandes cambios en el mundo debido al auge de Asia (China) y el relativo declive de Occidente. La pandemia de Covid-19 reafirmará la opinión británica de que la UE no es capaz de responder a los retos globales del siglo XXI y que el Reino Unido está abordando la situación mejor a través de asociaciones ‘ad hoc’. Como resultado, el Reino Unido tendrá años difíciles por delante, pero parece cada vez más evidente que Europa también se enfrentará ahora a un desastre económico, por lo que puede haber razones para tener buenas relaciones, incluso con el Reino Unido fuera de la UE.

P. ¿Cuáles serán las consecuencias de esta pandemia para China? ¿Va a impulsar su liderazgo porque una vez que el país ha erradicado el virus está ayudando y asesorando a otros gobiernos? ¿O será culpado del problema y sus exportaciones caerán dramáticamente?

R. La pandemia ha sido un desastre para China. Ha manejado muy mal la crisis sanitaria, tratando de ocultar el virus, luego negando su gravedad y finalmente tratando de culpar a otros. Sus esfuerzos en los gestos humanitarios han fracasado ya que ha suministrado equipos de baja calidad y afirman que están proporcionando asistencia cuando, en realidad, los países están comprando a China. Actualmente se desconoce el impacto económico, pero es probable que sea grave. Muchos de los mercados más grandes de China entrarán en recesión, incluso depresión, el próximo año y habrá poderosas llamadas para alejarse de la dependencia económica de China. Todavía hay una oportunidad para que China cambie el tono de su enfoque de la crisis y admita sus propios fallos, pero la debilidad del sistema es precisamente esa necesidad política primordial de proteger a aquellos en el poder, incluido el presidente Xi, de cualquier crítica, por lo que el país probablemente continuará con su enfoque agresivo.

P. ¿Qué hay de Estados Unidos? La pandemia está poniendo más en evidencia que nunca los problemas con el servicio nacional de salud y la falta de solidaridad.

R. La pandemia ha puesto de manifiesto el pobre liderazgo nacional de los Estados Unidos y cómo un problema de salud no puede abordarse de manera efectiva sobre la base de intereses privados. El sistema de salud de los Estados Unidos está expuesto por su mayor debilidad, la falta de atención universal y las capacidades preventivas. Washington tampoco ha logrado liderar la muy necesaria respuesta internacional a la crisis. Pero la pandemia también está destacando algunas fortalezas del sistema estadounidense. El federalismo está permitiendo que algunos estados respondan bien. Estados Unidos tiene capacidades inigualables en investigación médica y algunos de los mejores médicos y hospitales. También hay un sector voluntario fuerte que puede ayudar enormemente a la respuesta.

«La pandemia ha puesto de manifiesto el pobre liderazgo nacional de EEUU y cómo un problema de salud no puede abordarse desde el interés privado»

P. ¿Cómo va a afectar la pandemia la relación entre China y Estados Unidos?

R. Antes de la crisis, las relaciones chino-estadounidenses ya eran tensas por cuestiones comerciales y una creciente competencia de seguridad. La pandemia ha empeorado esto, con ambas partes intercambiando críticas. Dado que existe cierta simpatía internacional por las críticas de Estados Unidos al comportamiento de China ante la pandemia —aunque no necesariamente por la forma en que se expresa—, Estados Unidos puede consolidar un papel de liderazgo en una coalición de estados occidentales preocupados por China.

P. ¿Por qué Rusia está tan callada? ¿Está de nuevo detrás de cualquier campaña de desinformación?

R. Rusia tiene poco que ofrecer con respecto a la pandemia. El presidente Putin ha construido la posición internacional de Rusia en los últimos años basándose en la alteración de los intereses occidentales y causando problemas. En la pandemia no ha habido una respuesta occidental para atacar y Rusia carece de los recursos o las asociaciones internacionales para crear su propia posición de liderazgo. Por lo tanto, se ha vuelto esencialmente irrelevante. Hay poca evidencia de que Rusia haya tratado de organizar una campaña sustancial de desinformación en torno a la pandemia. En cambio, también se ha preocupado por la caída de los precios mundiales del petróleo y el probable impacto a largo plazo en la economía rusa de la crisis económica mundial.

P. ¿Hay algún país del mundo que vaya a salir de esta crisis, de manera inesperada, como una nueva potencia emergente?

R. Hasta ahora, el principal resultado de la pandemia ha sido que a casi todos los países les ha ido mal en la crisis. Además, como es probable que la pandemia dure hasta 2021, solo estamos en la primera fase de evaluación de la efectividad de las respuestas nacionales. Puede haber una segunda o incluso una tercera ola de infección. En este sentido, la pandemia parece estar ayudando a impulsar la fragmentación geopolítica del mundo. El declive del liderazgo global de Estados Unido, la incapacidad de China para reemplazar a Washington, y la debilidad de las principales potencias regionales (UE, Rusia, Irán, Turquía, India y países del Golfo) es la tendencia principal. Esto sugiere que, mirando hacia el futuro, es probable que el mundo sea más competitivo, menos cooperativo y más fragmentado políticamente como resultado de la pandemia.

 

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